Visitas guiadas a la Intervención expositiva: EL COLOR DE LAS GRANADAS. LEVITANDO PARAJANOV
Patio de la Corrala de Santiago: Viernes 22 nov, 19:15h / Sábado 23 nov, 19:15h
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Acceso gratuito. Aforo limitado. Atenderemos el cupo por orden de llegada. Confirmación de la reserva por correo electrónico.
EL COLOR DE LAS GRANADAS, LEVITANDO PARAJANOV es una instalación
artística con las fotografías de sus collages, en homenaje al cineasta Sergey
Parajanov (1924, Tiflis, Georgia – 1990, Ereván, Armenia), en el centenario de su
nacimiento. Parajanov fue un director de cine, guionista y artista plástico de
orígenes y corazón armenio. Nacido en Georgia, estudió en Moscú en la famosa
escuela de cine V.G.Y.K., trabajó largos años en los estudios Dovzhenko de
Ucrania, y posteriormente en Armenia y Georgia, estando encarcelado varios años
en prisiones de alta seguridad soviéticas por su estilo cinematográfico
“excesivamente personal” para las autoridades de la antigua U.R.S.S. De
creatividad desbordante, Parajanov denota siempre en sus trabajos una
suntuosidad plástica, enraizada con las culturas del Cáucaso armenio,
azerbaiyano, georgiano, junto con el refinamiento del arte ruso y arcanos del
mundo ucraniano.
Rodada en 1968, y estrenada en 1969, su película El color de las granadas, basada
en la biografía del poeta armenio del siglo XVIII Sayat Nova, es posiblemente su
obra más destacada y venerada a nivel mundial. Un elemento recurrente a lo largo
de todo el film es el fruto del granado: Es el símbolo popular de la cultura
armenia. Es ahí en la granada donde de nuevo oriente y occidente se dan cita. La
ciudad de Granada acoge, en el patio de la Corrala de Santiago, y por primera vez
en España una muestra de una selección de los collages que Parajanov iniciara en
prisión, y que finalmente le acompañaron creativamente hasta el final de sus días.
En Granada, la construcción de corralas era típica de los siglos XVI y XVII, de
herencia claramente musulmana y distribución en planta cuadrada o rectangular.
El centro del edificio es ocupado por el patio al aire libre, donde el elemento del
agua siempre estaba presente en forma de pequeña alberca, pozo o lavaderos.
Dicho patio está rodeado por galerías en diferentes alturas, en este caso de 3
pisos, para albergar habitaciones o cuartos, que hacían de pequeñas casas de
vecinos, a las que se accedía por una escalera lateral que iba comunicando todo el
edificio. Por lo tanto la corrala se configuraba como un núcleo social dentro del
tejido urbano. El cohabitar en un mismo espacio hacía de la convivencia y la
socialización sus mayores rasgos. De este cielo abierto recibían la luz natural y la
noche, así como la mesura del aire en un interior, del que de igual manera,
pendían las ropas, alfombras y tejidos de los vecinos.
Hoy, la reminiscencia de aquéllos mismos tejidos domésticos se transforma en
nuevas interpretaciones, con el uso de telas donde recogemos las fotografías de
collages de Parajanov, junto con imágenes de archivo del Museo Sergey Parajanov
de Ereván. La propuesta de nuestra intervención es emular esa ropa tendida,
sábanas bajo el cielo, con unos collages que se acompañan los unos con los otros,
a veces mirándose y otras dándose la espalda. Nos envuelven, invitan al
movimiento, se mecen y se ocultan, en un espacio aéreo renovado de libertad,
evocando la figura levitatoria de Sergey Parajanov. Ese hombre que partiendo de
las raíces alcanzó el cielo de las vanguardias.
El uso de materiales dispares en el arte del collage, es fruto del acopio de objetos
que acompañaban constantemente al cineasta. Perlas, plumas, trocitos de cristal,
fragmentos de porcelana china, tejidos como bordados, encajes, joyas pasadas de
moda, recortes de papel, de fotografías, botones, elementos metálicos como
cuchillas de afeitar, maquinaria de relojes, tachuelas, eran componentes que le
servían de medio para su expresión plástica. Plasmaba un universo acotado en un
espacio reducido, a menudo de unos 30, 40 ó 60 centímetros, de formato cuadrado
o rectangular.
Sus aspiraciones, ambiciones, su deseo y avidez creativa, se daban cita en estas
creaciones domésticas y penitenciarias, marcadas siempre por una profunda
admiración hacia el arte. A menudo los cineastas hacen uso de un cuaderno de
campo que incluye fotografías, croquis, dibujos y esquemas figurativos. Parajanov
además, componía collages y trabajos artísticos para ir encajando determinados
personajes de sus películas, como es el caso de los collages para su obra magna
El color de las granadas.
En otras ocasiones Parajanov plantea series temáticas, dedicándole por ejemplo
una serie completa a la icónica figura de La Gioconda, reinterpretando la célebre
presencia femenina del artista renacentista Leonardo. Estas obras son de su
etapa penitenciaria, y los marcos se instalaron después. Le añade plumas, flores
secas, aparece ella llorando… En una de las ocasiones que estuvo encarcelado les
comentó a sus amigos “Si muero en prisión, Gioconda llorará por mí”. Admirador
del arte italiano del renacimiento reinterpreta obras de Pinturicchio y Rafael,
haciendo cinco collages de esta serie. Aquí presentamos la primera y la última
versión, que se custodian en el Museo Parajanov.
Sergey Parajanov combina así mismo dibujos de apariencia sencilla, donde
presenta personajes de obras literarias como El Quijote, o protagonistas de
Hamlet de William Shakespeare, como Claudio y Gertrudis. Hacía uso también de
collages tridimensionales como naturalezas muertas, es el caso de Iris, o
bodegones inspirados de su infancia, como Contura de nueces de la abuela. Esta
confitura o mermelada es muy típica del país armenio y en cada casa tiene un
toque distinto propio de la familia.
En el museo de Yerevan, se conserva la correspondencia que Parajanov tuvo con
amigos como Andrei Tarkovsky, Mikhail Vartanov, Federico Fellini, Yuri Nikulin,
Lilia Brik, y otras figuras culturales de su momento. Collage como En memoria de
Andrey Tarkovsky nos muestra la íntima relación de amistad y profunda
admiración que les unía.
La fotografía de retrato en gran formato de Sergey Parajanov que preside el patio
de la Corrala, fue tomada en junio de 1988 por su amigo y vecino de Tiflis, el
célebre fotógrafo georgiano Yuri Mechitov. Originalmente realizada en emulsión
analógica de blanco y negro, fue más tarde coloreada delicadamente por el mismo
Mechitov, y constituye un icono mundial de la figura y personalidad del gran
maestro caucasiano. Pájaro, jaula, torso y ramo de flores, de orígenes dispares,
aparecen sorprendentemente unidos. Diríase que el propio Parajanov quiso
inmortalizarse a través de este autorretrato para recordarnos que, en cierta
manera, la identidad individual también es un collage.
Elena Gómez García